lunes, 10 de octubre de 2011
Ecuador y las mujeres indígenas en la primera mitad del siglo XX
Después de unos meses de menor actividad, actualizo este espacio para agraceder al equipo de la Revista "Hojas de Warmi" - y especialmente a la Dra. Lola Luna - del Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad, SIMS del Dpt. de Antropología, Historia de América y África de la Universidad de Barcelona, la publicación del artículo "Tierra, educación y lucha política: las mujeres y lso procesos organizativos indígenas y campesinos de la sierra ecuatoriana durante la primera mitad del siglo XX".
En esencia, el documento analiza el papel que las mujeres indígenas y campesinas desempeñaron en los procesos organizativos que tuvieron lugar en la región de la sierra ecuatoriana durante la primera mitad del siglo XX. Asimismo, incide en destacar el simbolismo que se esconde tras las demandas que caracterizaron su accionar fundamentalmente educación y tierra- y trata de dar explicaciones al por qué, a pesar de la relevancia del papel de la mujer, no se logró articular un discurso de género propiamente dicho.
Adjunto el vínculo al artículo, que aparece en el nº 16 de la revista, para todos aquellos interesados:
http://www.ub.edu/SIMS/hojasWarmi/hojas16/articulos/oscarAlamo.pdf
Un abrazo,
Oscar.
lunes, 1 de agosto de 2011
Sobre el petróleo y la economía venezolana
En las diversas aportaciones que han ido conformando los contenidos de este blog, se ha abordado la situación de algunos países de América Latina con mayor énfasis. Entre los que han recibido una menor atención – por ningún motivo en concreto – se encuentra Venezuela. Es por ello que, sin ignorar la realidad del resto de estados, me parece adecuado centrar esta entrada en el país gobernado por Hugo Chávez y, en especial, en la dinámica económica que ha experimentado durante su gestión. Para ello, me gustaría rescatar algunas ideas que Andrés Oppenheimer reflejaba en su artículo titulado “El milagro venezolano”.
Venezuela experimentó booms petroleros en 1974 y 1979 pero ha sido, durante los últimos 12 años, cuando el país ha gozado del mayor y más prolongado boom su historia. En parte, este hecho se explica porque los precios del petróleo han pasado de los nueve dólares el barril - cuando Chávez asumió su cargo - en 1999 a 100 dólares el barril actualmente. Según cifras del Banco Central de Venezuela, los ingresos petroleros del país han sumado 700.000 millones de dólares (482.000 millones de euros) desde que Chávez asumió la presidencia; un cifra que supera los ingresos petroleros del país durante los 25 años anteriores.
Sin embargo, los resultados obtenidos en este escenario de aparente bonanza económica no parecen aproximarse a los que cabría esperar. Algunos indicadores y dinámicas parecen evidenciarlo con claridad; entre ellos: a) el hecho de que Venezuela tenga una de las tasas de crecimiento más bajas de Latinoamérica y uno de los índices de inflación más altos de la región; b) la crítica escasez de alimentos y un porcentaje de delitos sin precedentes en el país; c) que tratándose de uno de los mayores productores de petróleo del mundo, ha comenzado a importar electricidad de Colombia.
Si bien las economías latinoamericanas crecieron en un promedio de casi el 6% durante el 2010, la de Venezuela bajó un 1,6% tras haber caído otro 3,3% el año anterior, según cifras de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL). Asimismo, mientras la mayoría de los países latinoamericanos tienen un índice de inflación de un solo dígito, el venezolano subió desde el 12% de hace una década hasta el 27% del año pasado, según la misma CEPAL. El índice inflacionario oficial actual es de alrededor del 25%. Paralelamente, mientras la mayoría de los países latinoamericanos están recibiendo un significativo volumen de inversiones extranjeras, Venezuela sufre de fuga de capitales y la deuda externa del país ha aumentado desde 35.000 millones de dólares en 2001 a 58.000 millones en 2010.
Los cortes de energía que afectan a casi todo el país, con excepción de la capital, son los primeros que se recuerdan en años recientes y los expertos en la materia los achacan a la falta de inversión en las instalaciones eléctricas durante los últimos años. Por su parte, la escasez de alimentos incluye aceite, café, carne y azúcar; Venezuela fue el quinto exportador de café del mundo y ahora importa café de Nicaragua. Es cierto que también pueden destacarse logros relevantes en este período; por ejemplo, la reducción de la pobreza del 45% de la población al 28% durante la última década. Pero también es cierto que, durante el mismo periodo, varios países de la región han logrado resultados mucho más relevantes; este es el caso de Argentina (del 45% al 11%), Chile (del 20% al 11%), Brasil (del 38% al 25%) o Perú y Colombia con porcentajes similares, según cifras de la CEPAL. En conjunto, países que, a diferencia de Venezuela, están atrayendo inversiones y creando industrias que generarán crecimiento a largo plazo.
Independientemente de las causas que han podido conducir a esta situación (algunas de ellas se han abordado con cierto detalle en aportaciones previas del blog: falta de redistribución, desigualdad persistente, modelos de crecimiento económico, entre otros) algunas reflexiones pueden cobrar más protagonismo; entre ellas, preguntarse si Venezuela - al igual que ha sucedido en otros países de la región y en otras etapas – ha dejado escapar un escenario de oportunidades para lograr avances mucho más incisivos en términos de bienestar y desarrollo. Ligado a lo anterior, considerar qué puede suceder cuando los precios del petróleo disminuyan o la disponibilidad de este recurso se reduzca en relación a los niveles actuales (un riesgo que no es exclusivo tampoco de Venezuela)…
Un abrazo,
Oscar.
lunes, 11 de julio de 2011
Pobreza, desigualdad y conflictos en Perú; artículo en la Revista Politai
La elección de Ollanta Humala como Presidente de la República del Perú supone el inicio de un nuevo capítulo en la historia reciente del país. Lo que queda pendiente – sólo la espera podrá dar algunas respuestas al respecto – es si esta nueva etapa mantiene diferencias con las anteriores o, si por el contrario, podrá hablarse de una nueva etapa con una mayoría de rasgos de continuidad. Por el momento, puede resultar de utilidad disponer de algunos insumos que permitan esbozar los rasgos principales sobre los que se sitúa el gobierno de Humala. En este sentido, para todos aquellos que estén interesados, les adjunto el vínculo al nuevo número de la Revista Politai en la que aparece publicada una modesta contribución por mi parte sobre la evolución de los patrones de pobreza y desigualdad durante la década posterior al fin del fujimorismo y, especialmente, en el período que comprende la gestión del último mandatario, Alan García.
http://www.politai.pe/
En esencia, en el documento se subraya como, si bien no puede obviarse que el país ha alcanzado importantes logros en lo que a la lucha contra la pobreza se refiere, aún quedan diversos desafíos pendientes y entre los que destaca la lucha contra la persistencia de la desigualdad. Asimismo, se apunta como esta desigualdad es causa y efecto de diversas dinámicas entrelazadas – como el modelo económico imperante en el país durante el período en el que se centra el artículo – y se encuentra en la base de la exponencial conflictividad social que ha contemplado Perú tras el final del gobierno del predecesor de Alan García, Alejandro Toledo.
Aprovecho esta aportación al blog para agradecer a mis amigos de la Asociación Civil Politai el haberme brindado un espacio en este nuevo número y poderlo compartir con autores y especialistas de reconocido prestigio nacional e internacional.
Un fuerte abrazo,
Oscar.
martes, 14 de junio de 2011
Ecuador y el caso Texaco-Chevron
La estrategia de ampararse en la explotación de los recursos naturales ha sido una de las más empleadas, por parte de diversos países en procesos de desarrollo, como uno de los medios a través de los que impulsar el crecimiento económico. Diversas experiencias han acabado mostrando como la excesiva dependencia sobre esta estrategia deriva en diversos problemas y dinámicas perniciosas en etapas futuras; entre ellas, el hecho de que esta estrategia difícilmente resulte sostenible (escasez de los recursos naturales) y pueda conllevar externalidades negativas de diverso tipo (daños medioambientales y, por consiguiente, la dificultad para la renovación de recursos naturales escasos de por sí, entre otros – todo ello sin olvidar los daños causados en las poblaciones que habitan en las zonas de explotación de estos recursos y el estallido de conflictos y tensiones derivados de esta situación).
Tradicionalmente, Ecuador ha sido uno de los países que se ha visto conducido hacia una significativa dependencia de la explotación de los recursos naturales disponibles para espolear los procesos de crecimiento económico; especialmente, en lo que se refiere a recursos petrolíferos. Sin embargo y al respecto, debe advertirse que, durante los últimos años, la consciencia de los riesgos que puede conllevar una excesiva dependencia de la explotación petrolífera (señalados anteriormente) ha provocado un progresivo cambio de perspectiva en cuanto a esta estrategia. Iniciativas innovadoras, como la del Yasuní, se han basado en la conservación de los recursos naturales y la búsqueda de otras fuentes de financiación con la certeza de que, si bien la explotación petrolífera puede generar una importante fuente de ingresos para un país con indicadores como los de Ecuador, a la larga el perjuicio que puede generarse no se ve compensado con esta entrada de capital a corto plazo.
Al margen de la iniciativa del Yasuní (que ya ha sido comentada en anteriores aportaciones a este blog), Ecuador puede mostrar algunos otros ejemplos de las repercusiones (negativas, en este caso) que conlleva y puede conllevar el empleo del petróleo como estrategia de desarrollo; unas repercusiones caracterizadas no sólo por daños económicos y sociales sino también por las disputas entre diversos actores con sus respectivos intereses. En este sentido, me ha parecido pertinente rescatar algunas consideraciones, basadas en un artículo que leí hace unos días y que remite a la demanda a la petrolera Texaco-Chevron sobre daños en la amazonía ecuatoriana. Se calcula que Texaco perforó 356 pozos de petróleo en la Amazonía ecuatoriana y que, por cada uno de ellos, construyó espacios para arrojar los desechos tóxicos y para almacenar agua tóxica usada para extraer el petróleo. Dichos espacios eran construidos lo más cerca posible a un río para eliminar los residuos de de un modo sencillo y poco costoso. De este modo, el problema del suelo se trasladaba al agua; una agua que llevaba azufre y otros tóxicos por su contacto con el petróleo y que, al evaporarse, caía sobre la selva en forma de lluvia ácida.
La empresa Texaco, adquirida por Chevron en 2001, empezó a perforar en las provincias de Sucumbíos y Orellana, con una concesión del Gobierno en 1964 y salió de la zona en 1990. Los efectos documentados de la extracción petrolífera son varios. Entre ellos, destaca la progresiva desaparición de pobladores originarios como consecuencia de los efectos ocasionados. Se calcula que, de las cinco tribus indígenas existentes, antes del período de explotación petrolífera, actualmente ya han desaparecido dos de ellas: Tetetes y Sansahuaris. El envenenamiento de los ríos acabó actividades como la pesca y, por tanto, con buena parte de la economía de subsistencia en la selva. Junto a esta dinámica, cabe añadir aquella marcada por factores como las enfermedades y las consiguientes defunciones de los moradores de la zona.
La situación adquirió relevancia internacional a raíz de la publicación del libro “Amazon Crude” de Judith Kimberling y que facilitó la primera demanda contra la compañía petrolífera el 3 de noviembre de 1993, en Nueva York. Texaco alegó que Estados Unidos no era competente para juzgar el caso y que, de existir el daño, debía juzgarse en Ecuador. La sentencia – que tuvo lugar el 16 de agosto de 2002 - aceptaba que el juicio se realizara en Ecuador y, de este modo, el 7 de mayo de 2003, se presentó de nuevo la demanda ante la Corte de Justicia de Sucumbíos y los afectados (un colectivo de, aproximadamente, 30.000 campesinos e indígenas) por el vertido reclamaron una indemnización de 27.300 millones de dólares, en la que estimaban el coste de las reparaciones por las muertes y las enfermedades más la limpieza completa de la zona. Los daños causados en la zona han situado el caso como una experiencia similar a otras de referencia como el desastre nuclear en Chernóbil (Rúsia), el vertido del petrolero Exxon Valdez en Alaska o el reciente vertido de British Petroleum en el Golfo de México.
El 14 de febrero de 2010 se emitió la sentencia en el tribunal de Lago Agrio que condenaba a Chevron-Texaco a pagar 8.560 millones de dólares; una sentencia que ha sido recurrida…A la espera de lo que suceda, el relato que se presenta en esta entrada no tiene la pretensión de identificar a unos como culpables y a otros como inocentes. De hecho y seguramente, la cuestión es mucho más compleja, con muchos más actores y con la dificultad de poder atribuir directamente responsabilidades a unos y otros. Asimismo, la presentación de cifras económicas no implica situar únicamente el problema en esa dimensión; al contrario. Simplemente, la estimación de costes se ha presentado como un medio para presentar la gravedad de los efectos que conlleva no sólo la extracción sino la gestión errónea – ecológicamente no responsable - de la misma.
Estas líneas, han tenido la pretensión de evidenciar que, si bien la estrategia de explotación de recursos naturales puede tener beneficios a corto plazo, puede ocasionar perjuicios más costosos a largo plazo. En este sentido, tal vez y poniendo como referencia nuevamente a la iniciativa del Yasuní, es necesario pensar si lo que, hace unos años podía parecer como una estrategia de impulso y progreso, se convierte ahora en un daño difícilmente reparable. Nuevamente tal vez, la clave del éxito radicaría en disponer de una actividad económica más diversificada y ecológicamente responsable (probablemente, el uso de medios seguros hubiera permitido no agravar la situación en el caso Chevron). Afirmar esto no supone ningún tipo de novedad, al contrario. Sin embargo, ante las premuras del corto plazo, existe una tendencia a postergar los ideales y desplazarlos hacia un segundo plano. Tanto es así que la propia iniciativa del Yasuní ha sufrido vaivenes durante los últimos años…ejemplos como los del caso Texaco-Chevron, tal vez, pueden suponer una clara advertencia de lo que puede suceder si estos ideales siguen postergándose a perpetuidad…
Un abrazo,
Oscar.
sábado, 21 de mayo de 2011
De la inseguridad en Perú
El fenómeno de las elecciones en Perú o las dinámicas por las que atraviesa y ha atravesado su sistema de partidos se han convertido en temas recurrentes dentro de la investigación académica centrada en el país, en particular, y en la región, en general. Asimismo, y de manera transversal a aspectos como los mencionados, cada elección despierta el debate sobre cuál o cuáles han sido los temas o cuestiones que han acabado decantando las decisiones de la ciudadanía, especialmente aquellos más indecisos. En un país como Perú, con una volatilidad electoral de las más elevadas da la región (por no decir la que más) y con un sistema de partidos en el que, precisamente, estos son los principales ausentes, esta es un hecho de gran relevancia.
Entre los diversos temas que, durante los últimos días, parecen ejercer una mayor capacidad de atracción en relación a la ciudadanía es la gestión de la inseguridad que, desde hace ya tiempo, azota ampliamente al país. Si bien no puede compararse a Perú con aquellos países de la región que ostentan los récords más negativos en la materia, tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori conocen que esta es una de las problemáticas que no pueden obviar si desean mantener ciertas garantías de victoria en la segunda vuelta que les enfrentará.
Independientemente del abordaje que realicen tanto el primero como la segunda, es necesario subrayar que la falta de seguridad se equipara a otros grandes problemas nacionales como la pobreza y el desempleo (y precisamente en un país que ha experimentado récords de crecimiento económico durante los últimos diez años). Por ejemplo, datos de una encuesta realizada por la ONG Ciudad Nuestra muestran que un 72% de los habitantes de Lima se siente inseguro, mientras que uno de cada cuatro asegura haber sido víctima de algún delito en el último año. La situación empeora en las ciudades del interior a causa de la ausencia de medios policiales. Por ejemplo, Trujillo es la ciudad con el mayor número de homicidios del país.
Al margen de la situación particular que puede detectarse en las urbes del país, el problema de la inseguridad en Perú se refleja en el momento en que se exponen estadísticas como las siguientes: a) el 72% de los limeños se siente indefenso y cree que podría sufrir algún tipo de ataque; b) el 21% dice haber sido víctima de un delito en los últimos 12 meses; c) sólo el 28% considera que la labor de la policía es buena o muy buena; d) en la zona de El Callao, cercana a Lima, el 77,3% dice sentirse inseguro; e) la ciudad donde la gente se siente más vulnerable es Piura (91%) y en la que menos es Cajamarca (50%).
Cabrá esperar a los resultados finales de la citada segunda vuelta para ver si realmente este se convierte en uno de los ejes que decanten la decisión de la ciudadanía. Sea o no así, los indicadores mencionados apuntan a que, al margen de lo que acontezca en la campaña, el problema de la inseguridad no puede obviarse.
Un abrazo,
Oscar.
domingo, 24 de abril de 2011
América Latina y la "enfermedad holandesa"
En anteriores comentarios dentro de este espacio, se ha hecho referencia a las buenas perspectivas económicas y de crecimiento de América Latina. Estas perspectivas son palpables en aquellos países (Brasil, Perú, Bolivia Argentina o Chile, entre otros) que han basado buena parte de su modelo económico modelo en la explotación y comercialización de materias primas y que, al mismo tiempo, se han visto beneficiadas por la creciente demanda de las mismas provinente de un mercado asiático en plena expansión. El crecimiento registrado en la región, en 2010, alcanzó el 6,1%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que este año haya una ligera moderación hasta situarse en un sólido todavía 4,7% y en un 4,2% para 2012. Un progreso muy significativo si se tiene en cuenta que el PIB se contrajo un 1,7% en 2009.
Sin embargo, dentro de este espacio, no se había incidido en exceso en los efectos perversos que conlleva esta etapa de optimismo económico. Actualmente, diversos especialistas han empezado a advertir que esta etapa de euforia conlleva riesgos que deben tenerse en cuenta y minimizar. Dichos expertos, han recuperado el ejemplo de la “enfermedad holandesa” como advertencia de lo que podría suceder en América Latina si la gestión de los riesgos no es la acertada. La “enfermedad holandesa” (término acuñado en 1977 por el semanario The Economist) se refiere a la relación entre el aumento de la explotación de recursos naturales y la caída de la producción en el sector industrial. Un mecanismo por el que el aumento de los ingresos procedentes de las materias primas conlleva una apreciación de la divisa, lo que reduce el atractivo del resto de los productos nacionales, al hacerlos menos competitivos en términos de precios. Esta dinámica fue la que tuvo lugar en Holanda en 1959 tras el descubrimiento de un importante yacimiento de gas natural.
Por ahora, las exportaciones de materias primas ya dominan ampliamente en Ecuador (78%), Perú (75%), Chile (60%) o Argentina (55%) y, como posible señal de alerta, la región evidencia una progresiva apreciación de los tipos de cambio como consecuencia de la ingente entrada de capital de corto plazo. Se calcula que, sólo para el sector de materias primas, entre 2010 y 2015, llegarán a la región inversiones por más de 150.000 millones de dólares. Es complejo dar soluciones efectivas a problemas complejos como el señalado y, más aún, llamar la atención sobre la factibilidad de estos problemas en momentos de bonanza como el que vive la región. Sin embargo, parece fundamental que los diversos Estados deben perseguir la consecución de saltos productivos, es decir, agregar valor y emprender una diversificación más allá de las materias primas capaz de generar nuevos yacimientos de empleo.
En algún momento, existe la posibilidad de que la demanda exógena que ha motivado el crecimiento regional se agote y la búsqueda de alternativas se convierta en una urgencia apremiante. El objetivo actual debería ser el de evitar esta urgencia aprovechando las ventanas de oportunidad que la coyuntura ofrece. La cuestión en este caso no radica tanto en los logros que se obtengan actualmente sino de si estos logros son acordes a las posibilidades que se plantean; para el caso de la región podrían detectarse varios ejemplos de países con etapas de notorios crecimientos y escasas mejoras en todos los sentidos. Este es el tipo de casos que proveen lecciones de las que es necesario aprender. Pero el aprendizaje no es automático y poner en marcha medidas para no reiterar tropiezos tampoco es una cuestión que se resuelva de manera simple. Ahí es, tal vez, donde radica uno de los grandes desafíos (que no debe desvincularse de todos aquellos que, en algunas ocasiones, parecen haberse olvidado) de la región en este momento.
Un abrazo,
Oscar.
martes, 12 de abril de 2011
La primera vuelta en Perú y el espejismo de los partidos tradicionales
De los resultados de la primera vuelta de las elecciones en Perú pueden extraerse diversas consideraciones. Unas consideraciones que aumentan en número en función del prisma de análisis que se acabe empleando. Sin embargo, a pesar de las diferentes visiones y del número de observaciones que se deriven, podrían encontrarse algunos puntos de encuentro y conclusiones comunes. Entre ellas, creo que es muy significativo rescatar que los resultados de las urnas peruanas han evidenciado el final de lo que, hace unos años, podía etiquetarse como “modelo de convivencia” entre los partidos tradicionales y aquellos considerados como “nuevos” o de reciente creación.
Desde el año 2001 hasta la fecha, si bien podría discutirse el grado de intensidad, este modelo de convivencia ha estado vigente en Perú. Plataformas como Unidad Nacional y el APRA, de la mano de Alan García, resucitaban la presencia de los considerados “partidos tradicionales” tras la década de fujimorismo durante los noventa y restaban protagonismo a las plataformas independientes preponderantes durante los noventa. La primera vuelta de los comicios de 2011 ha desembocado en muchas cosas; entre ellas, la nueva desaparición de los resucitados “partidos tradicionales”. Imagino que muchos expertos coincidirán al decir que esto no ha sido ninguna sorpresa; las argumentaciones pueden ser varias; entre ellas:
a) El legado de una época de fujimorismo sigue vigente. La acción de Fujimori contra los partidos políticos de entonces, y a pesar de estos diez años de una cierta presencia tradicional, parece no haber desaparecido de la vida política peruana. El hecho de que Keiko Fujimori haya pasado a la segunda vuelta supone un indicio bastante sólido.
b) La presencia de estos “partidos tradicionales” en el entorno político peruano durante la última década no era tan sólida como podía parecer. De hecho, el APRA – la única plataforma política que podía etiquetarse como “partido” de un modo riguroso – ha mostrado una excesiva dependencia de Alan García. Sin la presencia de Lourdes Flores ni del propio García, protagonistas clave en 2001 y 2006, la capacidad de los “tradicionales” de tener alguna posibilidad de éxito se ha desvanecido.
c) La historia cíclica de continuidades y rupturas en Perú parece que, más allá de una costumbre marcada por coyunturas y casualidades, es una tendencia que se genera automáticamente. En el caso de los partidos, la ausencia de renovaciones y liderazgo, ha estado ausente tras la etapa de las dictaduras, tras el fujimorismo y, por qué no, tras los gobiernos de Toledo y Alan García.
Al margen de estas reflexiones, cabe tener en cuenta la figura de los outsiders. Ha sido común emplear un discurso en el que los outsiders han jugado un papel muy destacado en la vida política del Perú durante las últimas décadas. Es cierto, tanto Toledo, como Fujimori, como Humala - vencedor de la actual primera vuelta – han sido outsiders en algún momento. Hablar ahora de outsiders puede ser un poco desacertado. ¿Hasta qué punto, en 2011, puede decirse que Humala, Toledo, Kuczynski, Castañeda o la propia Keiko son outsiders? Puede discutirse que las plataformas que lideran puedan considerarse partidos strictu sensu; parece menos discutible que, de un modo u otro, son figuras no ajenas a la vida política del país. Por ejemplo, la irrupción de Fujimori en las elecciones de 1990 generó un efecto que difícilmente puede compararse con el hecho que Humala y Keiko pasen ahora – nuevamente, en el caso de Humala - a segunda vuelta. En este sentido, Perú parece haber cambiado partidos tradicionales por insiders.
Asimismo una reflexión que puede ser pertinente es cuestionar hasta qué punto Perú debe seguir analizándose como un caso excepcional en muchos ámbitos. Si bien el desmoronamiento o colapso del sistema de partidos podía ser un fenómeno escaso durante los noventa, hoy la situación peruana se asemeja a la de sus vecinos más inmediatos, por poner un ejemplo. Casos como los de Bolivia o Ecuador ilustran que lo que antaño se conocía como “sistema de partidos” se ha evaporado con suma rapidez (otra cosa es ver qué factores han incidido en uno y otro caso).
Finalmente, puede aventurarse si realmente la apuesta por Humala o Keiko son un acierto ciudadano en un país en el que los precedentes pueden dar buenas lecciones. En 2006, si bien la figura de Alan García evocaba los problemas del país durante la segunda mitad de la década de los ochenta, podía decirse que también representaba una candidatura más firme y, aparentemente, más adecuada para el proceso de consolidación democrática en el país. Es cierto que Humala ha optado por la senda de la moderación en su discurso pero, en su historial, siguen presentes algunos capítulos que generan dudas razonables sobre su encaje en el sillón presidencial sin ciertos riesgos. En cuanto a Keiko, y salvando las distancias, puede visualizarse que, a través de ella, Fujimori opta nuevamente a una segunda vuelta en el país tras la primera que protagonizó contra Vargas Llosa en 1990. Y, aunque puede recurrirse a numerosas encuestas y sondeos que recalcarían que este hecho no debe sorprender a nadie, la fe peruana en Fujimori – no es el único lugar del mundo en el que ocurre – parece haberse revitalizado justo tras sus condenas el pasado año. Tal vez muchos puedan ofenderse con estas palabras…para mi, se da un salto importante en relación a estos diez últimos años de redemocratización y crecimiento (eso sí, con desigualdad) por los que ha transitado el país…¿pero es hacia adelante?
Un abrazo,
Oscar.
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