sábado, 26 de junio de 2010
Cuestión indígena: avances y retrocesos en los países centro-andinos
A pesar de que los pueblos indígenas se encuentran presentes en la mayoría de los países de la región latinoamericana su situación no puede calificarse de homogénea en todos los sentidos. Es cierto que, en términos de pobreza y desigualdad, se encuentran entre los colectivos más desfavorecidos (por no decir los que más) pero, en función del país de referencia, hay que establecer ciertas precisiones. En algunos de estos países (Perú, Bolivia, Guatemala, Ecuador) estamos hablando de mayorías de carácter nacional. Esta situación, si bien no garantiza resultados, si supone una mayor probabilidad de que procesos de acción colectiva e incidencia política puedan tener lugar. De todos modos, es necesario aclarar que países con un porcentaje menos elevado han tomado la cuestión indígena como un asunto prioritario y han establecido ciertas medidas y acciones para abordarla del mejor modo posible (tal vez Colombia podría ser un ejemplo válido aquí). Asimismo, a pesar de hablar de un conjunto de países con proporciones de población indígena significativas, otras variables (contexto político, distribución geográfica, marco legal) también tienen un papel relevante para explicar diferencias en el seno de este grupo y de sus posibilidades en la esfera pública. Por ejemplo, la prioridad que el gobierno de Evo Morales está concediendo a los asuntos indígenas no puede detectarse en Ecuador o en Perú (una cuestión, por otra parte, lógica si se atiende a las raíces indígenas de Morales y que él mismo ha experimentado en primera persona los perjuicios que conlleva la diferencia étnica en América Latina; sin embargo, podría discutirse si el abordaje está siendo el más adecuado).
En el caso de Perú, un año después del estallido de violencia en la localidad amazónica de Bagua, el Ejecutivo de Alan García acaba de vetar un proyecto de ley que consagra el derecho de los pueblos originarios a ser consultados sobre cualquier decisión estatal sobre concesiones para desarrollar proyectos de infraestructuras, mineros o energéticos en a sus territorios. Al respecto, García aseguró que su Gobierno defiende que los pueblos indígenas sean consultados pero consideró que este derecho debe darse preservando los intereses nacionales y no sólo el de un “pequeño” sector. Los pueblos indígenas aseguran que el veto a la norma es una demostración más de que el Gobierno está decidido a no respetar sus derechos o a no avanzar más en esa cuestión: en Perú el derecho a consulta de los pueblos indígenas no está contemplado en la Constitución. Ecuador sí lo consagra, lo que no quiere decir que no existan problemas. Por ejemplo, en Ecuador, el Gobierno del presidente Rafael Correa está enfrentado a las comunidades indígenas por la Ley de Recursos Hídricos, conocida como Ley de Aguas. El texto prevé la instauración de una Autoridad Única del Agua (AUA), liderada por una secretaría nacional designada por el presidente de la nación, para dirigir las políticas hídricas públicas. Pero los pueblos indígenas sostienen que la normativa supone una "privatización" del agua y demandan que las comunidades indígenas y sectores sociales tengan voz y voto en la AUA; una posibilidad ante la que el Gobierno se niega.
Avances como los de Bolivia y retrocesos como los de Ecuador o Perú demuestran que, a pesar de las similitudes, los abordajes son heterogéneos y las particularidades circunstanciales (también estructurales) siguen jugando un papel crítico. De todos modos, soluciones parciales o sin criterio de fondo pueden desembocar en resultados aún más perjudiciales. Es necesario un proceso de reflexión destinado a la acción, a la obtención de reformas significativas y capaces de responder a la complejidad del panorama social, económico y cultural no sólo de cada uno de los países sino también de la región. Sin embargo, a pesar de discutibles avances como los que tienen lugar en Bolivia, el escenario ideal que se propone parece aún muy lejano. Pero no por ello hay que dejarlo de lado, todo lo contrario; hay que intensificar estrategias, iniciativas y, ante todo, diálogo productivo.
Un abrazo,
Oscar
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