lunes, 16 de noviembre de 2009

Brasil: hacia un Parlamento índígena


La participación de las poblaciones indígenas en el terreno de la formalidad política es un rasgo que ha pasado de ser excepcional a extenderse en la mayoría de los países de la región que albergan poblaciones originarias. Aunque el éxito e impacto de los procesos de organización y participación política dependen de muchas variables y pueden encontrarse casos de éxito notable (Bolivia, Ecuador) y otros (Perú) que sorprenden por la escasez de iniciativas al respecto. Una de las más recientes es la que se ubica en Brasil en donde de los 700.000 indígenas brasileños - 150.000 con derecho a voto - quieren conseguir una presencia consistente en el nuevo Parlamento que saldrá de las urnas el año que viene. Por primera vez, estos indígenas, que pertenecen a 220 etnias y hablan 180 lenguas, se están organizando para tener peso político. El objetivo sería conseguir elegir por lo menos cinco diputados, que formarían el primer grupo indígena en el Congreso. Desde algunos sectores se ha considerado a los indígenas brasileños como los más “politizados” de la región dada su presencia en muchas instituciones del Estado y su capacidad estratégica de alianza con varios de los partidos actualmente existentes; entre ellos, el Partido Verde (PV), el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido Democrático del Trabajo (PDT). Habrá que esperar unos meses para ver si, de manera individual, o bien a través de la alianza con estos partidos se logran los resultados esperados. No siempre estas alianzas han terminado bien. Tal vez uno de los casos más paradigmáticos es el del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik que, tras lograr la victoria en las elecciones de 2002 junto a Lucio Gutiérrez, acabó viendo como esta alianza les acababa perjudicando. Incluso podría decirse que el movimiento indígena ecuatoriano aún está sufriendo las consecuencias de esa etapa si se atiende a hechos diversos como: a) el faccionalismo dentro del movimiento; b) la falta de líderes / candidatos con legitimidad y respaldo; c) los pobres resultados obtenidos en los últimos procesos electorales que son causa y origen del problema. En este caso, experiencias como las de Ecuador podrían ser también válidas para Brasil aunque cada caso se ubica en una particular coyuntura.

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