lunes, 10 de octubre de 2011

Ecuador y las mujeres indígenas en la primera mitad del siglo XX


Después de unos meses de menor actividad, actualizo este espacio para agraceder al equipo de la Revista "Hojas de Warmi" - y especialmente a la Dra. Lola Luna - del Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad, SIMS del Dpt. de Antropología, Historia de América y África de la Universidad de Barcelona, la publicación del artículo "Tierra, educación y lucha política: las mujeres y lso procesos organizativos indígenas y campesinos de la sierra ecuatoriana durante la primera mitad del siglo XX".

En esencia, el documento analiza el papel que las mujeres indígenas y campesinas desempeñaron en los procesos organizativos que tuvieron lugar en la región de la sierra ecuatoriana durante la primera mitad del siglo XX. Asimismo, incide en destacar el simbolismo que se esconde tras las demandas que caracterizaron su accionar fundamentalmente educación y tierra- y trata de dar explicaciones al por qué, a pesar de la relevancia del papel de la mujer, no se logró articular un discurso de género propiamente dicho.

Adjunto el vínculo al artículo, que aparece en el nº 16 de la revista, para todos aquellos interesados:

http://www.ub.edu/SIMS/hojasWarmi/hojas16/articulos/oscarAlamo.pdf

Un abrazo,

Oscar.

lunes, 1 de agosto de 2011

Sobre el petróleo y la economía venezolana


En las diversas aportaciones que han ido conformando los contenidos de este blog, se ha abordado la situación de algunos países de América Latina con mayor énfasis. Entre los que han recibido una menor atención – por ningún motivo en concreto – se encuentra Venezuela. Es por ello que, sin ignorar la realidad del resto de estados, me parece adecuado centrar esta entrada en el país gobernado por Hugo Chávez y, en especial, en la dinámica económica que ha experimentado durante su gestión. Para ello, me gustaría rescatar algunas ideas que Andrés Oppenheimer reflejaba en su artículo titulado “El milagro venezolano”.

Venezuela experimentó booms petroleros en 1974 y 1979 pero ha sido, durante los últimos 12 años, cuando el país ha gozado del mayor y más prolongado boom su historia. En parte, este hecho se explica porque los precios del petróleo han pasado de los nueve dólares el barril - cuando Chávez asumió su cargo - en 1999 a 100 dólares el barril actualmente. Según cifras del Banco Central de Venezuela, los ingresos petroleros del país han sumado 700.000 millones de dólares (482.000 millones de euros) desde que Chávez asumió la presidencia; un cifra que supera los ingresos petroleros del país durante los 25 años anteriores.

Sin embargo, los resultados obtenidos en este escenario de aparente bonanza económica no parecen aproximarse a los que cabría esperar. Algunos indicadores y dinámicas parecen evidenciarlo con claridad; entre ellos: a) el hecho de que Venezuela tenga una de las tasas de crecimiento más bajas de Latinoamérica y uno de los índices de inflación más altos de la región; b) la crítica escasez de alimentos y un porcentaje de delitos sin precedentes en el país; c) que tratándose de uno de los mayores productores de petróleo del mundo, ha comenzado a importar electricidad de Colombia.

Si bien las economías latinoamericanas crecieron en un promedio de casi el 6% durante el 2010, la de Venezuela bajó un 1,6% tras haber caído otro 3,3% el año anterior, según cifras de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL). Asimismo, mientras la mayoría de los países latinoamericanos tienen un índice de inflación de un solo dígito, el venezolano subió desde el 12% de hace una década hasta el 27% del año pasado, según la misma CEPAL. El índice inflacionario oficial actual es de alrededor del 25%. Paralelamente, mientras la mayoría de los países latinoamericanos están recibiendo un significativo volumen de inversiones extranjeras, Venezuela sufre de fuga de capitales y la deuda externa del país ha aumentado desde 35.000 millones de dólares en 2001 a 58.000 millones en 2010.

Los cortes de energía que afectan a casi todo el país, con excepción de la capital, son los primeros que se recuerdan en años recientes y los expertos en la materia los achacan a la falta de inversión en las instalaciones eléctricas durante los últimos años. Por su parte, la escasez de alimentos incluye aceite, café, carne y azúcar; Venezuela fue el quinto exportador de café del mundo y ahora importa café de Nicaragua. Es cierto que también pueden destacarse logros relevantes en este período; por ejemplo, la reducción de la pobreza del 45% de la población al 28% durante la última década. Pero también es cierto que, durante el mismo periodo, varios países de la región han logrado resultados mucho más relevantes; este es el caso de Argentina (del 45% al 11%), Chile (del 20% al 11%), Brasil (del 38% al 25%) o Perú y Colombia con porcentajes similares, según cifras de la CEPAL. En conjunto, países que, a diferencia de Venezuela, están atrayendo inversiones y creando industrias que generarán crecimiento a largo plazo.

Independientemente de las causas que han podido conducir a esta situación (algunas de ellas se han abordado con cierto detalle en aportaciones previas del blog: falta de redistribución, desigualdad persistente, modelos de crecimiento económico, entre otros) algunas reflexiones pueden cobrar más protagonismo; entre ellas, preguntarse si Venezuela - al igual que ha sucedido en otros países de la región y en otras etapas – ha dejado escapar un escenario de oportunidades para lograr avances mucho más incisivos en términos de bienestar y desarrollo. Ligado a lo anterior, considerar qué puede suceder cuando los precios del petróleo disminuyan o la disponibilidad de este recurso se reduzca en relación a los niveles actuales (un riesgo que no es exclusivo tampoco de Venezuela)…

Un abrazo,

Oscar.

lunes, 11 de julio de 2011

Pobreza, desigualdad y conflictos en Perú; artículo en la Revista Politai


La elección de Ollanta Humala como Presidente de la República del Perú supone el inicio de un nuevo capítulo en la historia reciente del país. Lo que queda pendiente – sólo la espera podrá dar algunas respuestas al respecto – es si esta nueva etapa mantiene diferencias con las anteriores o, si por el contrario, podrá hablarse de una nueva etapa con una mayoría de rasgos de continuidad. Por el momento, puede resultar de utilidad disponer de algunos insumos que permitan esbozar los rasgos principales sobre los que se sitúa el gobierno de Humala. En este sentido, para todos aquellos que estén interesados, les adjunto el vínculo al nuevo número de la Revista Politai en la que aparece publicada una modesta contribución por mi parte sobre la evolución de los patrones de pobreza y desigualdad durante la década posterior al fin del fujimorismo y, especialmente, en el período que comprende la gestión del último mandatario, Alan García.


http://www.politai.pe/

En esencia, en el documento se subraya como, si bien no puede obviarse que el país ha alcanzado importantes logros en lo que a la lucha contra la pobreza se refiere, aún quedan diversos desafíos pendientes y entre los que destaca la lucha contra la persistencia de la desigualdad. Asimismo, se apunta como esta desigualdad es causa y efecto de diversas dinámicas entrelazadas – como el modelo económico imperante en el país durante el período en el que se centra el artículo – y se encuentra en la base de la exponencial conflictividad social que ha contemplado Perú tras el final del gobierno del predecesor de Alan García, Alejandro Toledo.

Aprovecho esta aportación al blog para agradecer a mis amigos de la Asociación Civil Politai el haberme brindado un espacio en este nuevo número y poderlo compartir con autores y especialistas de reconocido prestigio nacional e internacional.

Un fuerte abrazo,

Oscar.

martes, 14 de junio de 2011

Ecuador y el caso Texaco-Chevron


La estrategia de ampararse en la explotación de los recursos naturales ha sido una de las más empleadas, por parte de diversos países en procesos de desarrollo, como uno de los medios a través de los que impulsar el crecimiento económico. Diversas experiencias han acabado mostrando como la excesiva dependencia sobre esta estrategia deriva en diversos problemas y dinámicas perniciosas en etapas futuras; entre ellas, el hecho de que esta estrategia difícilmente resulte sostenible (escasez de los recursos naturales) y pueda conllevar externalidades negativas de diverso tipo (daños medioambientales y, por consiguiente, la dificultad para la renovación de recursos naturales escasos de por sí, entre otros – todo ello sin olvidar los daños causados en las poblaciones que habitan en las zonas de explotación de estos recursos y el estallido de conflictos y tensiones derivados de esta situación).

Tradicionalmente, Ecuador ha sido uno de los países que se ha visto conducido hacia una significativa dependencia de la explotación de los recursos naturales disponibles para espolear los procesos de crecimiento económico; especialmente, en lo que se refiere a recursos petrolíferos. Sin embargo y al respecto, debe advertirse que, durante los últimos años, la consciencia de los riesgos que puede conllevar una excesiva dependencia de la explotación petrolífera (señalados anteriormente) ha provocado un progresivo cambio de perspectiva en cuanto a esta estrategia. Iniciativas innovadoras, como la del Yasuní, se han basado en la conservación de los recursos naturales y la búsqueda de otras fuentes de financiación con la certeza de que, si bien la explotación petrolífera puede generar una importante fuente de ingresos para un país con indicadores como los de Ecuador, a la larga el perjuicio que puede generarse no se ve compensado con esta entrada de capital a corto plazo.

Al margen de la iniciativa del Yasuní (que ya ha sido comentada en anteriores aportaciones a este blog), Ecuador puede mostrar algunos otros ejemplos de las repercusiones (negativas, en este caso) que conlleva y puede conllevar el empleo del petróleo como estrategia de desarrollo; unas repercusiones caracterizadas no sólo por daños económicos y sociales sino también por las disputas entre diversos actores con sus respectivos intereses. En este sentido, me ha parecido pertinente rescatar algunas consideraciones, basadas en un artículo que leí hace unos días y que remite a la demanda a la petrolera Texaco-Chevron sobre daños en la amazonía ecuatoriana. Se calcula que Texaco perforó 356 pozos de petróleo en la Amazonía ecuatoriana y que, por cada uno de ellos, construyó espacios para arrojar los desechos tóxicos y para almacenar agua tóxica usada para extraer el petróleo. Dichos espacios eran construidos lo más cerca posible a un río para eliminar los residuos de de un modo sencillo y poco costoso. De este modo, el problema del suelo se trasladaba al agua; una agua que llevaba azufre y otros tóxicos por su contacto con el petróleo y que, al evaporarse, caía sobre la selva en forma de lluvia ácida.

La empresa Texaco, adquirida por Chevron en 2001, empezó a perforar en las provincias de Sucumbíos y Orellana, con una concesión del Gobierno en 1964 y salió de la zona en 1990. Los efectos documentados de la extracción petrolífera son varios. Entre ellos, destaca la progresiva desaparición de pobladores originarios como consecuencia de los efectos ocasionados. Se calcula que, de las cinco tribus indígenas existentes, antes del período de explotación petrolífera, actualmente ya han desaparecido dos de ellas: Tetetes y Sansahuaris. El envenenamiento de los ríos acabó actividades como la pesca y, por tanto, con buena parte de la economía de subsistencia en la selva. Junto a esta dinámica, cabe añadir aquella marcada por factores como las enfermedades y las consiguientes defunciones de los moradores de la zona.

La situación adquirió relevancia internacional a raíz de la publicación del libro “Amazon Crude” de Judith Kimberling y que facilitó la primera demanda contra la compañía petrolífera el 3 de noviembre de 1993, en Nueva York. Texaco alegó que Estados Unidos no era competente para juzgar el caso y que, de existir el daño, debía juzgarse en Ecuador. La sentencia – que tuvo lugar el 16 de agosto de 2002 - aceptaba que el juicio se realizara en Ecuador y, de este modo, el 7 de mayo de 2003, se presentó de nuevo la demanda ante la Corte de Justicia de Sucumbíos y los afectados (un colectivo de, aproximadamente, 30.000 campesinos e indígenas) por el vertido reclamaron una indemnización de 27.300 millones de dólares, en la que estimaban el coste de las reparaciones por las muertes y las enfermedades más la limpieza completa de la zona. Los daños causados en la zona han situado el caso como una experiencia similar a otras de referencia como el desastre nuclear en Chernóbil (Rúsia), el vertido del petrolero Exxon Valdez en Alaska o el reciente vertido de British Petroleum en el Golfo de México.

El 14 de febrero de 2010 se emitió la sentencia en el tribunal de Lago Agrio que condenaba a Chevron-Texaco a pagar 8.560 millones de dólares; una sentencia que ha sido recurrida…A la espera de lo que suceda, el relato que se presenta en esta entrada no tiene la pretensión de identificar a unos como culpables y a otros como inocentes. De hecho y seguramente, la cuestión es mucho más compleja, con muchos más actores y con la dificultad de poder atribuir directamente responsabilidades a unos y otros. Asimismo, la presentación de cifras económicas no implica situar únicamente el problema en esa dimensión; al contrario. Simplemente, la estimación de costes se ha presentado como un medio para presentar la gravedad de los efectos que conlleva no sólo la extracción sino la gestión errónea – ecológicamente no responsable - de la misma.

Estas líneas, han tenido la pretensión de evidenciar que, si bien la estrategia de explotación de recursos naturales puede tener beneficios a corto plazo, puede ocasionar perjuicios más costosos a largo plazo. En este sentido, tal vez y poniendo como referencia nuevamente a la iniciativa del Yasuní, es necesario pensar si lo que, hace unos años podía parecer como una estrategia de impulso y progreso, se convierte ahora en un daño difícilmente reparable. Nuevamente tal vez, la clave del éxito radicaría en disponer de una actividad económica más diversificada y ecológicamente responsable (probablemente, el uso de medios seguros hubiera permitido no agravar la situación en el caso Chevron). Afirmar esto no supone ningún tipo de novedad, al contrario. Sin embargo, ante las premuras del corto plazo, existe una tendencia a postergar los ideales y desplazarlos hacia un segundo plano. Tanto es así que la propia iniciativa del Yasuní ha sufrido vaivenes durante los últimos años…ejemplos como los del caso Texaco-Chevron, tal vez, pueden suponer una clara advertencia de lo que puede suceder si estos ideales siguen postergándose a perpetuidad…

Un abrazo,

Oscar.

sábado, 21 de mayo de 2011

De la inseguridad en Perú


El fenómeno de las elecciones en Perú o las dinámicas por las que atraviesa y ha atravesado su sistema de partidos se han convertido en temas recurrentes dentro de la investigación académica centrada en el país, en particular, y en la región, en general. Asimismo, y de manera transversal a aspectos como los mencionados, cada elección despierta el debate sobre cuál o cuáles han sido los temas o cuestiones que han acabado decantando las decisiones de la ciudadanía, especialmente aquellos más indecisos. En un país como Perú, con una volatilidad electoral de las más elevadas da la región (por no decir la que más) y con un sistema de partidos en el que, precisamente, estos son los principales ausentes, esta es un hecho de gran relevancia.

Entre los diversos temas que, durante los últimos días, parecen ejercer una mayor capacidad de atracción en relación a la ciudadanía es la gestión de la inseguridad que, desde hace ya tiempo, azota ampliamente al país. Si bien no puede compararse a Perú con aquellos países de la región que ostentan los récords más negativos en la materia, tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori conocen que esta es una de las problemáticas que no pueden obviar si desean mantener ciertas garantías de victoria en la segunda vuelta que les enfrentará.

Independientemente del abordaje que realicen tanto el primero como la segunda, es necesario subrayar que la falta de seguridad se equipara a otros grandes problemas nacionales como la pobreza y el desempleo (y precisamente en un país que ha experimentado récords de crecimiento económico durante los últimos diez años). Por ejemplo, datos de una encuesta realizada por la ONG Ciudad Nuestra muestran que un 72% de los habitantes de Lima se siente inseguro, mientras que uno de cada cuatro asegura haber sido víctima de algún delito en el último año. La situación empeora en las ciudades del interior a causa de la ausencia de medios policiales. Por ejemplo, Trujillo es la ciudad con el mayor número de homicidios del país.

Al margen de la situación particular que puede detectarse en las urbes del país, el problema de la inseguridad en Perú se refleja en el momento en que se exponen estadísticas como las siguientes: a) el 72% de los limeños se siente indefenso y cree que podría sufrir algún tipo de ataque; b) el 21% dice haber sido víctima de un delito en los últimos 12 meses; c) sólo el 28% considera que la labor de la policía es buena o muy buena; d) en la zona de El Callao, cercana a Lima, el 77,3% dice sentirse inseguro; e) la ciudad donde la gente se siente más vulnerable es Piura (91%) y en la que menos es Cajamarca (50%).

Cabrá esperar a los resultados finales de la citada segunda vuelta para ver si realmente este se convierte en uno de los ejes que decanten la decisión de la ciudadanía. Sea o no así, los indicadores mencionados apuntan a que, al margen de lo que acontezca en la campaña, el problema de la inseguridad no puede obviarse.

Un abrazo,

Oscar.

domingo, 24 de abril de 2011

América Latina y la "enfermedad holandesa"


En anteriores comentarios dentro de este espacio, se ha hecho referencia a las buenas perspectivas económicas y de crecimiento de América Latina. Estas perspectivas son palpables en aquellos países (Brasil, Perú, Bolivia Argentina o Chile, entre otros) que han basado buena parte de su modelo económico modelo en la explotación y comercialización de materias primas y que, al mismo tiempo, se han visto beneficiadas por la creciente demanda de las mismas provinente de un mercado asiático en plena expansión. El crecimiento registrado en la región, en 2010, alcanzó el 6,1%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que este año haya una ligera moderación hasta situarse en un sólido todavía 4,7% y en un 4,2% para 2012. Un progreso muy significativo si se tiene en cuenta que el PIB se contrajo un 1,7% en 2009.

Sin embargo, dentro de este espacio, no se había incidido en exceso en los efectos perversos que conlleva esta etapa de optimismo económico. Actualmente, diversos especialistas han empezado a advertir que esta etapa de euforia conlleva riesgos que deben tenerse en cuenta y minimizar. Dichos expertos, han recuperado el ejemplo de la “enfermedad holandesa” como advertencia de lo que podría suceder en América Latina si la gestión de los riesgos no es la acertada. La “enfermedad holandesa” (término acuñado en 1977 por el semanario The Economist) se refiere a la relación entre el aumento de la explotación de recursos naturales y la caída de la producción en el sector industrial. Un mecanismo por el que el aumento de los ingresos procedentes de las materias primas conlleva una apreciación de la divisa, lo que reduce el atractivo del resto de los productos nacionales, al hacerlos menos competitivos en términos de precios. Esta dinámica fue la que tuvo lugar en Holanda en 1959 tras el descubrimiento de un importante yacimiento de gas natural.

Por ahora, las exportaciones de materias primas ya dominan ampliamente en Ecuador (78%), Perú (75%), Chile (60%) o Argentina (55%) y, como posible señal de alerta, la región evidencia una progresiva apreciación de los tipos de cambio como consecuencia de la ingente entrada de capital de corto plazo. Se calcula que, sólo para el sector de materias primas, entre 2010 y 2015, llegarán a la región inversiones por más de 150.000 millones de dólares. Es complejo dar soluciones efectivas a problemas complejos como el señalado y, más aún, llamar la atención sobre la factibilidad de estos problemas en momentos de bonanza como el que vive la región. Sin embargo, parece fundamental que los diversos Estados deben perseguir la consecución de saltos productivos, es decir, agregar valor y emprender una diversificación más allá de las materias primas capaz de generar nuevos yacimientos de empleo.

En algún momento, existe la posibilidad de que la demanda exógena que ha motivado el crecimiento regional se agote y la búsqueda de alternativas se convierta en una urgencia apremiante. El objetivo actual debería ser el de evitar esta urgencia aprovechando las ventanas de oportunidad que la coyuntura ofrece. La cuestión en este caso no radica tanto en los logros que se obtengan actualmente sino de si estos logros son acordes a las posibilidades que se plantean; para el caso de la región podrían detectarse varios ejemplos de países con etapas de notorios crecimientos y escasas mejoras en todos los sentidos. Este es el tipo de casos que proveen lecciones de las que es necesario aprender. Pero el aprendizaje no es automático y poner en marcha medidas para no reiterar tropiezos tampoco es una cuestión que se resuelva de manera simple. Ahí es, tal vez, donde radica uno de los grandes desafíos (que no debe desvincularse de todos aquellos que, en algunas ocasiones, parecen haberse olvidado) de la región en este momento.

Un abrazo,

Oscar.

martes, 12 de abril de 2011

La primera vuelta en Perú y el espejismo de los partidos tradicionales


De los resultados de la primera vuelta de las elecciones en Perú pueden extraerse diversas consideraciones. Unas consideraciones que aumentan en número en función del prisma de análisis que se acabe empleando. Sin embargo, a pesar de las diferentes visiones y del número de observaciones que se deriven, podrían encontrarse algunos puntos de encuentro y conclusiones comunes. Entre ellas, creo que es muy significativo rescatar que los resultados de las urnas peruanas han evidenciado el final de lo que, hace unos años, podía etiquetarse como “modelo de convivencia” entre los partidos tradicionales y aquellos considerados como “nuevos” o de reciente creación.

Desde el año 2001 hasta la fecha, si bien podría discutirse el grado de intensidad, este modelo de convivencia ha estado vigente en Perú. Plataformas como Unidad Nacional y el APRA, de la mano de Alan García, resucitaban la presencia de los considerados “partidos tradicionales” tras la década de fujimorismo durante los noventa y restaban protagonismo a las plataformas independientes preponderantes durante los noventa. La primera vuelta de los comicios de 2011 ha desembocado en muchas cosas; entre ellas, la nueva desaparición de los resucitados “partidos tradicionales”. Imagino que muchos expertos coincidirán al decir que esto no ha sido ninguna sorpresa; las argumentaciones pueden ser varias; entre ellas:

a) El legado de una época de fujimorismo sigue vigente. La acción de Fujimori contra los partidos políticos de entonces, y a pesar de estos diez años de una cierta presencia tradicional, parece no haber desaparecido de la vida política peruana. El hecho de que Keiko Fujimori haya pasado a la segunda vuelta supone un indicio bastante sólido.

b) La presencia de estos “partidos tradicionales” en el entorno político peruano durante la última década no era tan sólida como podía parecer. De hecho, el APRA – la única plataforma política que podía etiquetarse como “partido” de un modo riguroso – ha mostrado una excesiva dependencia de Alan García. Sin la presencia de Lourdes Flores ni del propio García, protagonistas clave en 2001 y 2006, la capacidad de los “tradicionales” de tener alguna posibilidad de éxito se ha desvanecido.

c) La historia cíclica de continuidades y rupturas en Perú parece que, más allá de una costumbre marcada por coyunturas y casualidades, es una tendencia que se genera automáticamente. En el caso de los partidos, la ausencia de renovaciones y liderazgo, ha estado ausente tras la etapa de las dictaduras, tras el fujimorismo y, por qué no, tras los gobiernos de Toledo y Alan García.

Al margen de estas reflexiones, cabe tener en cuenta la figura de los outsiders. Ha sido común emplear un discurso en el que los outsiders han jugado un papel muy destacado en la vida política del Perú durante las últimas décadas. Es cierto, tanto Toledo, como Fujimori, como Humala - vencedor de la actual primera vuelta – han sido outsiders en algún momento. Hablar ahora de outsiders puede ser un poco desacertado. ¿Hasta qué punto, en 2011, puede decirse que Humala, Toledo, Kuczynski, Castañeda o la propia Keiko son outsiders? Puede discutirse que las plataformas que lideran puedan considerarse partidos strictu sensu; parece menos discutible que, de un modo u otro, son figuras no ajenas a la vida política del país. Por ejemplo, la irrupción de Fujimori en las elecciones de 1990 generó un efecto que difícilmente puede compararse con el hecho que Humala y Keiko pasen ahora – nuevamente, en el caso de Humala - a segunda vuelta. En este sentido, Perú parece haber cambiado partidos tradicionales por insiders.

Asimismo una reflexión que puede ser pertinente es cuestionar hasta qué punto Perú debe seguir analizándose como un caso excepcional en muchos ámbitos. Si bien el desmoronamiento o colapso del sistema de partidos podía ser un fenómeno escaso durante los noventa, hoy la situación peruana se asemeja a la de sus vecinos más inmediatos, por poner un ejemplo. Casos como los de Bolivia o Ecuador ilustran que lo que antaño se conocía como “sistema de partidos” se ha evaporado con suma rapidez (otra cosa es ver qué factores han incidido en uno y otro caso).

Finalmente, puede aventurarse si realmente la apuesta por Humala o Keiko son un acierto ciudadano en un país en el que los precedentes pueden dar buenas lecciones. En 2006, si bien la figura de Alan García evocaba los problemas del país durante la segunda mitad de la década de los ochenta, podía decirse que también representaba una candidatura más firme y, aparentemente, más adecuada para el proceso de consolidación democrática en el país. Es cierto que Humala ha optado por la senda de la moderación en su discurso pero, en su historial, siguen presentes algunos capítulos que generan dudas razonables sobre su encaje en el sillón presidencial sin ciertos riesgos. En cuanto a Keiko, y salvando las distancias, puede visualizarse que, a través de ella, Fujimori opta nuevamente a una segunda vuelta en el país tras la primera que protagonizó contra Vargas Llosa en 1990. Y, aunque puede recurrirse a numerosas encuestas y sondeos que recalcarían que este hecho no debe sorprender a nadie, la fe peruana en Fujimori – no es el único lugar del mundo en el que ocurre – parece haberse revitalizado justo tras sus condenas el pasado año. Tal vez muchos puedan ofenderse con estas palabras…para mi, se da un salto importante en relación a estos diez últimos años de redemocratización y crecimiento (eso sí, con desigualdad) por los que ha transitado el país…¿pero es hacia adelante?

Un abrazo,

Oscar.

lunes, 21 de marzo de 2011

Sobre la productividad y la corrupción...


La corrupción es uno de los problemas recurrentes a los que se apunta para argumentar los problemas de desarrollo de regiones como América Latina. Lo cierto es que en la región conviven diversas realidades cuando se analiza el fenómeno con mayor detalle y bajo el amparo de los resultados provinentes de informes e indicadores de instituciones de prestigio en la materia. Entre ellos, los de Transparencia Internacional. y en los que se expone que, si bien países como Chile gozan de niveles de niveles de transparencia equiparables a los de Alemania, Japón o Francia, también hay casos, como Venezuela, que se encuentran en el extremo opuesto de la clasificación.

Podría decirse que la corrupción es el resultado de una dinámica multivariable e interrelacionada y que, al mismo tiempo, incide sobre multitud de ámbitos, también interrelacionados. Un hecho que complejiza su abordaje. Dejando a un lado esta constatación, la corrupción incide significativamente en el sector productivo. Si bien el crecimiento económico no es suficiente para gozar de procesos de desarrollo, sí puede considerarse como necesario para disponer de una base sólida para lograrlo. Parece difícil alcanzar un crecimiento económico estable y sostenido cuando el sector productivo se encuentra lastrado por problemas de corrupción.

Según GAT Intelligence y en base a estimaciones del Banco Mundial, la corrupción supone el 5% del PIB mundial y más del 25% de este coste resulta de la firma de contratos mercantiles conseguidos por soborno en países en vías de desarrollo; se estima que la pérdida media económica para las empresas que se ven obligadas a pagar sobornos es de 160.000 dólares. América Latina ha avanzado hacia la transparencia a través de medidas internas de control y cambios en la idiosincracia en la política para prevenir estas situaciones. Sin embargo, perduran problemas para los inversores como el escaso conocimiento sobre el marco legal imperante en algunos países, un hecho que no es exclusivo de Latinoamérica.

Reducir el impacto de la corrupción exige una actuación que incida sobre varios frentes; entre ellos: a) el fomento de mecanismos de denuncia de casos de corrupción; b) el establecimiento de sanciones que sirvan no sólo como advertencia sino como insumos para el establecimiento de nuevas reglas de juego enfocadas a mayores niveles de transparencia; c) un alineamiento de los actores estratégicos para conseguirlo lo que, en otras palabras, no es más que la generación de una confianza más sólida entre ellos y, en consecuencia, para el conjunto del sistema.

Para los interesados, adjunto los vínculos hacia los informes del 2010 de Transparencia Internacional; en primer lugar, el Barómetro Global de la Corrupción; en segundo término, el Índice de Percepción de la Corrupción:

http://www.transparencia.org.es/BAROMETRO%20GLOBAL%202010/INDICE%20BAROMETRO%20GLOBAL%202010.htm

http://www.transparencia.org.es/INDICE%20DE%20PERCEPCION%202010/INDICE%20PERCEPCI%C3%93N%202010.htm

Un abrazo,

Oscar.

sábado, 12 de marzo de 2011

La lucha contra la pobreza y el ejemplo de Chile


La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) apunta que la tasa de pobreza para la región se situó, en 2010, en 32,1%; el nivel más bajo de los últimos 30 años. Independientemente de cómo se efectúe la medición de estas tasas de pobreza y de los resultados derivados, la CEPAL afirma que los logros cosechados son el resultado de una progresiva mejora en la distribución del ingreso (fruto, en parte, de los procesos de crecimiento) así como de las políticas gubernamentales - con un aumento de los recursos destinados a la ejecución de políticas sociales - y la interacción entre ambos. El gasto social, que se situaba en el 12,2% del Producto Interior Bruto (PIB) durante el periodo 1990-91, alcanzó un nivel del 18% en los años 2007-2008 y, dentro del gasto público global, los programas sociales crecieron de 45% a 65%.

Ello no debe hacer olvidar que tanto la pobreza y la desigualdad siguen siendo problemas de profundo arraigo en la región. La brecha entre los sectores más enriquecidos y aquellos con menores recursos ejemplifica bien esta realidad: el ingreso per cápita de los hogares pertenecientes al 10% más rico de la población supone 17 veces más que el del 40% más pobre. Teniendo en cuenta que estas cifras suponen una mejora de tres puntos respecto a 2002, pueden formularse diversos comentarios; entre ellos, señalar la contundencia de un fenómeno como el mencionado. Asimismo, subrayar las dificultades por lograr avances más significativos incluso cuando las condiciones para hacerlo son favorables.

¿Es asumible erradicar la pobreza en la región? Evidentemente, dar respuesta a esta pregunta supone admitir que las condiciones de partida no son iguales para todos y que, lógicamente, hay países mejor posicionados para ello. Uno de los casos más referenciados es el de Chile. Actualmente, casi tres millones de chilenos se sitúan por debajo de la línea de pobreza; el propio Presidente de la República, Sebastián Piñera, ha señalado que ingreso nacional que debería transferirse directamente a cada una de las familias afectadas por la pobreza, es de 1,5% del PIB. Este año Chile va a crecer un 6% y, por tanto, podría decirse que es razonable, posible, ética y moralmente un imperativo hacer lo que sea necesario para que un pequeño porcentaje del crecimiento económico se dirija a los tres millones mencionados. Por supuesto, desde un prisma general, la perpetuación de las condiciones de desigualdad fomenta mayor desigualdad, la existencia de nuevas y viejas brechas y, en consecuencia, traba el proceso de desarrollo del conjunto de la sociedad. En este sentido, la moral es un argumento pero la necesidad de progreso para la totalidad de la población también.

Por otra parte, el avance chileno, a pesar de constituirse en referencia obligada en la región, sigue sorprendiendo. Tras el terremoto que causó daños cifrados en 30.000 millones de dólares (17% del PIB nacional), entre 2009 y 2010, el crecimiento económico pasó de -1,5% a +5,2%; la creación de empleo de menos 45.000 a más 420.000; la inversión de menos 15% a más 20%; y, desde el estancamiento, las exportaciones se situaron en más del 27%.

Proyectando la tasa de crecimiento de Chile hasta el final de la década, el país se convertiría en el primero de la región que podría se considerado de “desarrollado” (de acuerdo a los estándares habituales de medición); actualmente, el nivel de ingresos per cápita es de 15.000 dólares - la más alta de Latinoamérica - y se aspira a la de los países que están en los umbrales del mencionado desarrollo: 22.000. Incluso con los datos mencionados previamente, Chile tiene que seguir luchando contra desafíos compartidos con el resto de países de América Latina a pesar de las diferencias numéricas: disponer de una mejor educación, progresar en el terreno de la tecnología o fomentar la inversión en energía, entre otros.

Un abrazo,

Oscar.

martes, 1 de marzo de 2011

La transformación del "mundo árabe" desde América Latina


Los acontecimientos que están teniendo lugar durante las últimas semanas en países como Túnez, Egipto o Líbia, entre otros están alimentando el debate sobre diversos aspectos que, sin riesgo de cometer graves errores, se consideran clave para los procesos de desarrollo y democratización. Asimismo, este mismo debate se está viendo enriquecido por diversas contribuciones académicas, aunque no exclusivamente, que tratan de ofrecer explicaciones no sólo sobre las causas de lo que está sucediendo en este momento sino también sobre los escenarios y perspectivas de futuro que se dibujan en aquellos países que, últimamente, están ocupando la mayor parte de portadas dentro de los medios impresos así como un porcentaje significativo de tiempo dentro de aquellos propiamente audiovisuales.
Dentro de las mencionadas contribuciones consideradas propiamente no académicas merece la pena destacar un artículo aparecido en el Periódico El País titulado “La revolución árabe y la izquierda latinoamericana” de Joaquín Villalobos; al margen de recomendar la lectura de dicho material, resulta interesante rescatar algunas de las ideas que se mencionan en el texto:
• Los sucesos que están teniendo lugar en el ámbito geográfico que el autor identifica como “mundo árabe” no lo predijo nadie y dominaba la idea de que la democracia era un valor occidental, culturalmente incompatible con la cultura árabe. Pero el proceso de movilización que está teniendo lugar parece demostrar lo contrario.

• En este sentido, las aspiraciones por llegar a un estadio de “democracia” están demostrando ser valores cada vez más universales. También en el momento en que los ciudadanos alcanzan un mayor nivel de educación, la crítica, el disenso y la diversidad de pensamiento se multiplican inevitablemente.

• Así, cuando el número de ciudadanos con conciencia crítica aumenta sustancialmente se debilita la posibilidad de gobernar a partir del caudillismo, las dinastías familiares o las verdades únicas del dogmatismo político.

• La democracia y los derechos humanos no son solo un asunto ético sino también una “tecnología de gobierno”, en palabras de Villalobos, que permite mantener cohesionada a la sociedad en medio de las diferencias y la natural diversidad que la compone. Obviamente, esto es posible en la medida en que proliferan las clases sociales que entienden que la tolerancia entre contrarios es fundamental para la convivencia pacifica.

• Cabe tener en cuenta que una sociedad polarizada en extremo y con divisiones profundas entre sus habitantes reduce sus posibilidades de desarrollo. Por ello, la exclusión social que deriva en exclusión política es un asunto vital de resolver.

Partiendo de estas ideas, el texto subraya que, de la misma manera que América Latina no era viable sin la inclusión de las izquierdas, el mundo árabe no lo será sin la tolerancia hacia los islamistas hasta lograr su moderación. Cuando la sociedad se mantiene cohesionada puede utilizar todas sus capacidades y esto da lugar a una relación directa entre democracia y desarrollo.

Algunos de los ejemplos que menciona el texto son bastante ilustrativos: el empobrecimiento institucional y económico de Cuba tras 50 años de revolución, contrasta con el desarrollo social, educativo, económico e institucional de Costa Rica, Chile o Uruguay (tres de los países con mayor vigencia y cultura democrática del continente). La actual situación de gran violencia, profunda crisis social, extrema pobreza y riesgo de ser estados fallidos de Haití, Guatemala, El Salvador y Honduras son el resultado de haber vivido las dictaduras más represivas y prolongadas del continente. Asimismo, los riesgos autoritarios y la extrema polarización que viven países como Bolivia, Venezuela y Ecuador son, en buena parte, resultado de procesos que condujeron a una porción significativa de la población a la exclusión social y política

El texto concluye afirmando que la clave del desarrollo está en la interacción dialéctica entre diversidad, diferencias, pesos, contrapesos y alternancias; también de aciertos y errores. Tal vez y en mi opinión, algunos de los procesos de éxito que ha experimentado América Latina durante las últimas décadas – a pesar de los muchos problemas que aún quedan por resolver – pueden ser un referente para aquellos países que actualmente experimentan procesos de transición como los que tuvieron lugar en la región hace ya más de tres décadas. Es cierto que problemas como la pobreza, la desigualdad, la insatisfacción con la democracia (causa y efectos unos de otros) aún persisten pero también puede ser cierto que uno de los mayores avances es apreciar que, progresivamente y a pesar de la insatisfacción, democracia y desarrollo van aparejados en los imaginarios de la ciudadanía y que, a pesar de las reticencias de algunos sectores, la convivencia dentro de la diversidad propia de la región (como de tantas otras) es parte de los triunfos presentes como de su sostenibilidad en el futuro.

Pueden encontrar el artículo completo en el siguiente link:

http://www.elpais.com/articulo/internacional/revolucion/arabe/izquierda/latinoamericana/elpepuint/20110222elpepuint_33/Tes

Un abrazo,

Oscar.

sábado, 29 de enero de 2011

Mapa de la conflictividad social en Perú


Después de unas semanas sin nuevas aportaciones a este blog, retomo nuevamente la actividad haciendo referencia a un recurso de reciente aparición: el Mapa de la Conflictividad Social en Perú. La cuestión de la conflictividad social en el país ha sido un tema recurrente en el terreno del análisis y la investigación académica durante los últimos años. Principalmente en lo que se refiere a la búsqueda de explicaciones que puedan argumentar porqué la etapa caracterizada por el crecimiento económico y la consolidación democrática, tras el régimen fujirmorista, se ha visto acompañada de una emergencia de la conflictividad social – tanto en número de conflictos como en su intensidad – durante la gestión del actual Presidente Alan García. Este documento puede ser de interés para todos aquellos que deseen conocer más de cerca la realidad social de Perú y contar con una nueva herramienta para el registro de las distintas demandas sociales, sus causas y algunas directrices de cómo paliarlas.

En particular, este estudio - elaborado por un equipo de investigadores del IUnstituto de Estudios Peruanos (IEP) - identifica los principales conflictos y su recurrencia a nivel nacional. Pero la investigación va más allá del simple registro del conflicto en función al objeto de disputa o al sector competente sino que hace un análisis de la forma de clasificar los conflictos que existen en la actualidad proponiendo una tipología que permite, a partir del enfoque en las causas que los generan, determinar las políticas públicas necesarias para la transformación de los conflictos sociales. Brinda, asimismo, herramientas metodológicas para el registro de los conflictos, buscando ahondar en la importancia del contexto histórico local, la capacidad de movilización y la participación de actores extra locales, la relación entre necesidades, demandas y acciones colectivas de protesta, entre otros aspectos que resultan relevantes para la toma de decisiones respecto a las estrategias a seguir, proponiendo recomendaciones de roles para la prevención que son necesarios activar desde la gestión gubernamental.

Pueden encontrar el recurso en el siguiente vínculo:

http://orlandodiez.com/prevcon/herramientas_contenido_web/MAPA%20DE%20CONFLICTOS%20Y%20ACTORES%20A%20NIVEL%20NACIONAL/Bases%20de%20datos/INFORME%20FINAL/Mapa%20de%20conflictos.pdf

Un abrazo,

Oscar.

sábado, 1 de enero de 2011

Latinobarómetro, Perú y la década de América Latina


En otras aportaciones a este blog, ya se ha hecho referencia no sólo a la aparición del Latinobarómetro 2010 sino también a los progresos de América Latina durante los últimos años y las perspectivas de futuro para la región durante la próxima década - el Banco Interamericano de Desarrollo afirma que, la que está por venir, será la década de la región - en un contexto de crisis generalizada para muchos otros enclaves geográficos. De hecho, como ya se había señalado anteriormente y según el Latinobarómetro, el año 2010 se considera como el mejor en cuanto al estado de la democracia desde que empezaron estas mediciones a mediados de la década de los años noventa. Los índices de apoyo a la democracia son los más altos de los últimos doce años y mejora también tanto la aprobación del congreso como la de los partidos.

Por su parte Perú, fue el que más avanzó en la valoración de la democracia entre el año pasado y este, tras Ecuador y Colombia; en cuanto a los porcentajes de apoyo a la democracia, Perú país escaló de 40% en 2005 a 61% en 2010. Estos avances se dan el marco de un contexto económico favorable (aunque en él prevalece la incidencia de la pobreza y la permanente desigualdad – transversal en la mayoría de los países de América Latina), por lo que se ha configurado un escenario dotado de oportunidades para cimentar el desarrollo económico con la consolidación de las instituciones democráticas.

Cómo aprovechar esta oportunidad es tanto el desafío para países de la zona andina, como los mencionados, como para toda la región; de hecho, a pesar de que las diferencias entre unos países y otros son significativas, podríamos cuestionar si realmente hay casos en los que las instituciones democráticas estén bien arraigadas y su desempeño se produzca sin distorsiones. De hecho, podría decirse que el gran obstáculo a superar se encuentra al interior de las que deberían ser las grandes beneficiarias del proceso; la propia debilidad institucional, en general, y de las democráticas en particular pueden no sólo ralentizar el proceso sino incluso detenerlo y provocar consecuencias en ámbitos fuertemente vinculados como el propio crecimiento económico. Por ejemplo y para Perú, uno de los rasgos que caracteriza al país es el desajuste existente entre el apoyo a la democracia y la satisfacción con su funcionamiento (la brecha más alta, en base a los datos del Latinobarómetro, después de Bolivia y Venezuela).

Asimismo en el mismo Latinobarómetro, Perú aparece en los últimos lugares de la región en aspectos muy específicos: los niveles de confianza más bajos en los partidos, el Congreso y el Poder Judicial; la más baja aprobación a la gestión del gobierno; la peor evaluación de la situación de la seguridad ciudadana, y la más baja aprobación a las políticas en ese terreno campo; la peor percepción de los avances en la lucha contra la corrupción (junto a Guatemala); la mayor insatisfacción ante la situación económica, (junto con Guatemala y México); la menor confianza en el mercado y el sector privado; asimismo, los más bajos niveles de confianza interpersonal, junto con Paraguay y Brasil.

Casos como el de Perú son buenos ejemplos para ir más allá de lo que especifican las medias regionales y también para ver que América Latina esconde múltiples realidades en su interior a pesar de los tiempos de relativa bonanza. Simultáneamente, el caso peruano es también un exponente de que dicha bonanza – a pesar de fenómenos como el excepcional crecimiento económico del país – puede haber sido claramente insuficiente como para reducir dinámicas tan arraigadas como las mencionadas a través de los resultados que el país registra en el Latinobarómetro. Nuevamente, el reto se sitúa aquí.

Un fuerte abrazo y Feliz 2011,

Oscar.