lunes, 1 de agosto de 2011

Sobre el petróleo y la economía venezolana


En las diversas aportaciones que han ido conformando los contenidos de este blog, se ha abordado la situación de algunos países de América Latina con mayor énfasis. Entre los que han recibido una menor atención – por ningún motivo en concreto – se encuentra Venezuela. Es por ello que, sin ignorar la realidad del resto de estados, me parece adecuado centrar esta entrada en el país gobernado por Hugo Chávez y, en especial, en la dinámica económica que ha experimentado durante su gestión. Para ello, me gustaría rescatar algunas ideas que Andrés Oppenheimer reflejaba en su artículo titulado “El milagro venezolano”.

Venezuela experimentó booms petroleros en 1974 y 1979 pero ha sido, durante los últimos 12 años, cuando el país ha gozado del mayor y más prolongado boom su historia. En parte, este hecho se explica porque los precios del petróleo han pasado de los nueve dólares el barril - cuando Chávez asumió su cargo - en 1999 a 100 dólares el barril actualmente. Según cifras del Banco Central de Venezuela, los ingresos petroleros del país han sumado 700.000 millones de dólares (482.000 millones de euros) desde que Chávez asumió la presidencia; un cifra que supera los ingresos petroleros del país durante los 25 años anteriores.

Sin embargo, los resultados obtenidos en este escenario de aparente bonanza económica no parecen aproximarse a los que cabría esperar. Algunos indicadores y dinámicas parecen evidenciarlo con claridad; entre ellos: a) el hecho de que Venezuela tenga una de las tasas de crecimiento más bajas de Latinoamérica y uno de los índices de inflación más altos de la región; b) la crítica escasez de alimentos y un porcentaje de delitos sin precedentes en el país; c) que tratándose de uno de los mayores productores de petróleo del mundo, ha comenzado a importar electricidad de Colombia.

Si bien las economías latinoamericanas crecieron en un promedio de casi el 6% durante el 2010, la de Venezuela bajó un 1,6% tras haber caído otro 3,3% el año anterior, según cifras de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL). Asimismo, mientras la mayoría de los países latinoamericanos tienen un índice de inflación de un solo dígito, el venezolano subió desde el 12% de hace una década hasta el 27% del año pasado, según la misma CEPAL. El índice inflacionario oficial actual es de alrededor del 25%. Paralelamente, mientras la mayoría de los países latinoamericanos están recibiendo un significativo volumen de inversiones extranjeras, Venezuela sufre de fuga de capitales y la deuda externa del país ha aumentado desde 35.000 millones de dólares en 2001 a 58.000 millones en 2010.

Los cortes de energía que afectan a casi todo el país, con excepción de la capital, son los primeros que se recuerdan en años recientes y los expertos en la materia los achacan a la falta de inversión en las instalaciones eléctricas durante los últimos años. Por su parte, la escasez de alimentos incluye aceite, café, carne y azúcar; Venezuela fue el quinto exportador de café del mundo y ahora importa café de Nicaragua. Es cierto que también pueden destacarse logros relevantes en este período; por ejemplo, la reducción de la pobreza del 45% de la población al 28% durante la última década. Pero también es cierto que, durante el mismo periodo, varios países de la región han logrado resultados mucho más relevantes; este es el caso de Argentina (del 45% al 11%), Chile (del 20% al 11%), Brasil (del 38% al 25%) o Perú y Colombia con porcentajes similares, según cifras de la CEPAL. En conjunto, países que, a diferencia de Venezuela, están atrayendo inversiones y creando industrias que generarán crecimiento a largo plazo.

Independientemente de las causas que han podido conducir a esta situación (algunas de ellas se han abordado con cierto detalle en aportaciones previas del blog: falta de redistribución, desigualdad persistente, modelos de crecimiento económico, entre otros) algunas reflexiones pueden cobrar más protagonismo; entre ellas, preguntarse si Venezuela - al igual que ha sucedido en otros países de la región y en otras etapas – ha dejado escapar un escenario de oportunidades para lograr avances mucho más incisivos en términos de bienestar y desarrollo. Ligado a lo anterior, considerar qué puede suceder cuando los precios del petróleo disminuyan o la disponibilidad de este recurso se reduzca en relación a los niveles actuales (un riesgo que no es exclusivo tampoco de Venezuela)…

Un abrazo,

Oscar.

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