lunes, 21 de marzo de 2011

Sobre la productividad y la corrupción...


La corrupción es uno de los problemas recurrentes a los que se apunta para argumentar los problemas de desarrollo de regiones como América Latina. Lo cierto es que en la región conviven diversas realidades cuando se analiza el fenómeno con mayor detalle y bajo el amparo de los resultados provinentes de informes e indicadores de instituciones de prestigio en la materia. Entre ellos, los de Transparencia Internacional. y en los que se expone que, si bien países como Chile gozan de niveles de niveles de transparencia equiparables a los de Alemania, Japón o Francia, también hay casos, como Venezuela, que se encuentran en el extremo opuesto de la clasificación.

Podría decirse que la corrupción es el resultado de una dinámica multivariable e interrelacionada y que, al mismo tiempo, incide sobre multitud de ámbitos, también interrelacionados. Un hecho que complejiza su abordaje. Dejando a un lado esta constatación, la corrupción incide significativamente en el sector productivo. Si bien el crecimiento económico no es suficiente para gozar de procesos de desarrollo, sí puede considerarse como necesario para disponer de una base sólida para lograrlo. Parece difícil alcanzar un crecimiento económico estable y sostenido cuando el sector productivo se encuentra lastrado por problemas de corrupción.

Según GAT Intelligence y en base a estimaciones del Banco Mundial, la corrupción supone el 5% del PIB mundial y más del 25% de este coste resulta de la firma de contratos mercantiles conseguidos por soborno en países en vías de desarrollo; se estima que la pérdida media económica para las empresas que se ven obligadas a pagar sobornos es de 160.000 dólares. América Latina ha avanzado hacia la transparencia a través de medidas internas de control y cambios en la idiosincracia en la política para prevenir estas situaciones. Sin embargo, perduran problemas para los inversores como el escaso conocimiento sobre el marco legal imperante en algunos países, un hecho que no es exclusivo de Latinoamérica.

Reducir el impacto de la corrupción exige una actuación que incida sobre varios frentes; entre ellos: a) el fomento de mecanismos de denuncia de casos de corrupción; b) el establecimiento de sanciones que sirvan no sólo como advertencia sino como insumos para el establecimiento de nuevas reglas de juego enfocadas a mayores niveles de transparencia; c) un alineamiento de los actores estratégicos para conseguirlo lo que, en otras palabras, no es más que la generación de una confianza más sólida entre ellos y, en consecuencia, para el conjunto del sistema.

Para los interesados, adjunto los vínculos hacia los informes del 2010 de Transparencia Internacional; en primer lugar, el Barómetro Global de la Corrupción; en segundo término, el Índice de Percepción de la Corrupción:

http://www.transparencia.org.es/BAROMETRO%20GLOBAL%202010/INDICE%20BAROMETRO%20GLOBAL%202010.htm

http://www.transparencia.org.es/INDICE%20DE%20PERCEPCION%202010/INDICE%20PERCEPCI%C3%93N%202010.htm

Un abrazo,

Oscar.

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