domingo, 30 de agosto de 2009

Revolución Yasuní


Durante los últimos años han empezado a proliferar modelos teóricos y experiencias que cuestionan con contundencia los modelos de desarrollo basados en la actividad extractiva de un recurso finito. Uno de los recursos finitos por excelencia – atendiendo a los usos múltiples que se derivan de él y a la importancia estratégica que tiene para el conjunto de la humanidad en un estadio actual y futuro – es el petróleo. Entre las mencionadas iniciativas y que se concentran precisamente en el petróleo sobresale el proyecto ecuatoriano de conservar el petróleo en el subsuelo. Evidentemente esta apuesta supone un cambio de paradigma ante los ya citados modelos extractivos a los que se hacía referencia y supone una nueva apuesta en relación a estos modelos si se tiene en cuenta que la explotación del crudo, a priori, podría reportar una cifra elevada de millones para un país con una serie de necesidades estructurales / crónicas que han lastrado su proceso de desarrollo.

La iniciativa en cuestión es la del ITT Yasuní, declarada política oficial del gobierno de Rafael Correa en junio de 2007, y que defiende la voluntad de no explotar las reservas de petróleo existentes en el área Ishipingo Tambococha Tiputini (Amazonía ecuatoriana) donde se localiza el Parque Nacional del Yasuní. El valor, en términos de biodiversidad, del Parque se evidencia si, por ejemplo, se tiene en cuenta que, dentro de una hectárea del Yasuní, se encuentran 644 especies de árboles; tantas como especies de árboles existen en toda América del Norte.

No es una novedad indicar que, en los próximos años, todas las sociedades deberán haberse adaptado a una nueva realidad sin petróleo. En este sentido, la iniciativa del ITT Yasuní asume ya tal situación. Pero no sólo como una medida para lograr una mejor y más rápida adaptación sino también para aprovechar las inversiones petroleras a un desarrollo sostenible y apropiado a las necesidades de cada región. Asimismo, para evitar todos las externalidades negativas que se derivan de la explotación del petróleo: contaminación, deforestación, pérdidas de productividad de las economías de autosustento practicadas por las comunidades locales, expulsión de comunidades campesinas y desaparición de algunas culturas y lenguas indígenas.

Los cálculos de este cambio de visión y, por ende, de actuación, son complejos pero una aproximación puede ayudar a plasmar con más detalles cuál es el beneficio que se deriva de ella. Orientativamente, la cifra que el Estado ecuatoriano obtendría por la extracción y comercialización de las reservas de barriles que se encuentran bajo el subsuelo del Yasuní son de 5.000 millones de dólares (equivalentes a 846 millones de barriles de petróleo). Pero sobre esta cifra hay que restar: a) 1.300 millones de dólares vinculados a las externalidades negativas citadas antes (contaminación de ríos y tierras, por ejemplo, sin tener en cuenta los incalculables costes que puede suponer una pérdida de carácter cultural); b) 1.700 millones más de costes en emisiones de CO2 que se provocarían con la actividad extractiva. Por tanto, el beneficio final sería de unos 2.000 millones de dólares.

Esta es la cifra que Ecuador solicita a la comunidad internacional: deja de ingresar 5.000 millones si el resto del mundo se compromete, solidariamente, a aportar 2.000. De este modo, no se perjudicaría al medio ambiente y el capital obtenido se podría destinar a proyectos de carácter sostenible. Al mismo tiempo, el resto del mundo invierte el dinero que emplearía para combatir los efectos del cambio climático y de las actividades de extracción en el fomento de la sostenibilidad. Es decir, todos los actores del juego, saldrían ganando; lo que en teoría de juegos supondría un equilibrio “win-win”, es decir, ganar para todas las partes.

Por ahora, la acogida que ha recibido el proyecto ha sido muy positiva por parte de diversos países europeos. A la espera que este apoyo siga creciendo, aprovecho para mandar un fuerte abrazo al Dr. Carlos Larrea, uno de los principales impulsores del proyecto y desearle que siga aumentando los grandes niveles de éxito ya obtenidos.

Un abrazo,

Oscar.

1 comentario:

  1. Hola Oscar,

    Que bien escribes! Quería añadir que el parlamento alemán se ha comprometido en dar aproximadamente 1000 millones de dólares al proyecto durante 13 años. Es un gran exito que quería complementar a tu hermoso y muy informativo atrículo.

    Gracias por esto, tu blog es excelente!!

    Ana Larrea

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