domingo, 28 de junio de 2009

Nuevos aportes sobre la corrupción en Perú


Para acabar la semana, les propongo una lectura: “Corrupt Circles: A History of Unbound Graft in Peru” del profesor Alfonso Quiroz de la City University of New York. Trabajos sobre corrupción hay muchos, sobre Perú también, y sobre la corrupción en Perú la cifra no es menos significativa. Sin embargo, no abundan tanto los enfoques que, centrados en la perspectiva de las instituciones, aborden el problema. Esta es una de las virtudes de este trabajo pero no la única. De hecho, uno de los valores más destacados de la misma es el análisis histórico que hace del problema, desde la época colonial hasta el presente. El fenómeno de la corrupción no es reciente ni en Perú ni en ningún otro sitio sino que ha recorrido una larga trayectoria hasta la actualidad; esta constatación supone afirmar que la corrupción – el caso peruano puede ser un ejemplo muy visible de ello – es también un rasgo que puede ser institucional y no episódico. Por derivación, los niveles de corrupción que afectan al país serían también el fruto de las reglas de juego existentes. El coste de ello es y ha sido muy elevado. El autor precisa que, entre 1680 y 1810, el cohecho y otros delitos económicos equivalieron en promedio a más del cuatro por ciento del PIB cada año. Entre la década de 1820, cuando el Perú obtuvo su independencia, y comienzos del siglo 21, el promedio anual fue levemente inferior a esa cifra. En el siglo 20, las peores décadas fueron la de 1920, la de 1970 y la de 1990. Bajo el fujimorismo, la corrupción equivalió al cincuenta por ciento del presupuesto del Estado y al 4,5 por ciento del PBI cada año. El autor calcula que los casos de soborno le han costado al Perú la mitad de sus posibilidades de desarrollo. Estos datos y la visión panorámica del problema suponen incentivos para abordar nuevamente el análisis de la corrupción, de sus motivos y de sus efectos. Tanto unos como otros son necesarios para diseñar estrategias, crear nuevas soluciones donde otras han fallado anteriormente y, a pesar de que es una cuestión compleja y difícil, el hecho de que problemas como el de la corrupción pervivan y socaven los procesos de desarrollo son justificaciones más que válidas para perseverar en el esfuerzo.

Un abrazo,

Oscar.

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