martes, 19 de mayo de 2009

Los méritos de Correa


Casi con un mes de retraso (en un intento de no parecer demasiado oportunista ni aprovechar filones mediáticos), es hora de recuperar brevemente el suceso de la reelección de Rafael Correa como Presidente de la República de Ecuador. El mérito: a) haber obtenido más del 50% de los votos en la primera vuelta de manera que una segunda vuelta (o ballotage en argot más ciencia política) era innecesaria; b) haberlo logrado después de más de tres décadas sin que esto se produjera. Lo cierto es que las credenciales de Correa, que consiguió 21 puntos más que su inmediato seguidor - Lucio Gutiérrez y ex Presidente de la República; hablar de su gestión requeriría bastante espacio y tiempo, ya habían sido contrastadas en 2007 cuando consiguió un porcentaje de voto similar aunque requirió de una segunda vuelta; en ese sentido, también podría ser este un mérito c) teniendo en cuenta que la tendencia habitual de los Presidentes latinoamericanos no es a la mejora en las urnas (así como en otras variables como por ejemplo la valoración ciudadana) sino más bien lo contrario (es cierto, alguna excepción puede encontrarse aunque no sé si puede calificarse de “vàlida” en un contexto democrático – tal vez estoy pensando en la elección de Fujimori en Perú en 1995 – de igual manera, hablar de la gestión y del fenómeno Fujimori podría llevar mucho tiempo y, salvando las distancias – y teniendo en cuenta que las comparaciones son odiosas – encontrar alguna similitud con la experiencia de Gutiérrez en Ecuador – bueno sólo una para no dejar este espacio vacío: la condición de outsiders de ambos dentro del sistema de partidos tradicional; creo que con esta “coincidencia” podríamos empezar un análisis muy interesante…lo dejaremos para más adelante).

A pesar de que antes no ha sido enumerado, merece también figurar como mérito d) – y no por ello menos importante – el hecho de que Rafael Correa ha logrado también algo que sus siete predecesores no habían conseguido: completar su mandato. Y si se siguiera con la lista de méritos, tal vez podría etiquetarse como e) la regularidad mantenida en los resultados obtenidos en aquellas elecciones en las que ha participado o convocadas durante su gobierno: elecciones para la Asamblea Constituyente – ganadas con un 83% - y, aunque son procesos distintos, la aprobación de la nueva Constitución – con un 74% de apoyos.

Al margen de las virtudes que puedan atribuírsele directamente a Correa, lo ciertos es que el entorno y circunstancias políticas le han acompañado; algo realmente imprevisible en un país como Ecuador; entre ellos: la crisis que sufren los partidos tradicionales; las ganas de estabilidad de una sociedad - que ha visto cómo los tres últimos mandatarios abandonaban el cargo debido – e incluso, el hastío y el cansancio de las múltiples candidaturas vacías de contenido programático así como de estructura partidaria (una fórmula que, ni mucho menos, es patrimonio exclusivo de Ecuador y que, en diversos países de la región, sigue funcionando relativamente).

Sólo es una opinión pero podría decirse que a Correa le siguen quedando asignaturas pendientes, varias y no sólo políticas, que no se solucionan ni rápida ni fácilmente pero que requieren de abordajes tan prudentes como inmediatos; entre ellas: diseñar estrategias que permitan superar la excesiva dependencia del petróleo y las remesas externas que, hasta la fecha, han jugado un papel clave en la economía del país; la bipolaridad en las relaciones entre Quito y Guayaquil; las situaciones de conflicto étnico en un país en el que el rol de los indígenas en la toma de decisiones parece haberse evaporado (o, al menos, perdido intensidad en un lapso de tiempo relativamente breve); la importancia de los recursos naturales y el papel de los mismos no sólo a nivel interno sino externo…

Seguro que pueden encontrarse muchos más desafíos y en muchos campos más pero tiempo al tiempo y ya llegará el momento de evaluar la gestión. Por ahora, al César lo que es del César, y esperar que los logros de Correa no se queden sólo en formalidades derivadas de los resultados en las urnas.

Un abrazo,

Oscar.

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