martes, 12 de mayo de 2009

Reflexiones sobre la desigualdad en América Latina: un fenómeno reciente?


No es ninguna novedad afirmar que unos de los puntos más críticos de la historia latinoamericana son la desigualdad, la exclusión social, y las crisis económicas crónicas. Pero como me recordaba un reciente artículo en la prensa, no se puede ser excesivamente contundente en el momento de afirmar cuando empezaron estos problemas. A riesgo de recibir muchas críticas, la desigualdad (tal y como la conocemos hoy día) no se remonta específicamente a la colonia (lo que no equivale a negar que, por entonces, algunas de las pautas vigentes hoy en día se empezaran a gestar); casi podría decirse que más bien arranca en los albores del siglo XX; asimismo, las crisis que han diezmado la región no son extremadamente antiguas si se tiene en cuenta que hay un consenso relativamente estable al afirmar que Latinoamérica perdió el tren del desarrollo hace apenas 30 años.

Durante una conferencia sobre desigualdad económica celebrada apenas hace una semana, Jeffrey Williamson, profesor emérito y ex director del Departamento de Economía de la Universidad de Harvard, afirmaba que en comparación con el resto del mundo, la desigualdad no era elevada en la América precolombina ni lo fue durante la conquista y la colonización. Según él, ni tan siquiera lo fue durante gran parte del siglo XIX. Afirmaba rotundamente que la desigualdad crónica de América Latina es un mito. Otros académicos han respaldado la tesis de Williamson aportando que, hasta la industrialización, América Latina no era más desigual que el norte de Europa y que en el contexto de una economía agraria de trabajadores poco cualificados, los desequilibrios son menores. Es en el siglo XX, cien años después del proceso de independencia cuando surge el fenómeno de la desigualdad urbana: cuando el incremento de salarios por el trabajo cualificado y la educación disparan la brecha. Por ahora, ninguno de los modelos implementados o vigentes en la región ha parecido tener éxito; casi al contrario.

A pesar de la posible (y segura) influencia de factores externos, las principales razones del relativo atraso de América Latina se encuentran dentro de la propia región. En cierta parte, por el escaso acierto de las estrategias empleadas por los diversos países en función de las particularidades del momento; por ejemplo, el modelo de crecimiento guiado por las exportaciones cobró impulso casi en proporción inversa a las ventajas comerciales de que disfrutaron las materias primas. Luego la región se cerró en pleno auge del comercio internacional y, por último, se produjo la crisis de la deuda de los ochenta. Así, lo afirma el historiador británico Victor Bulmer-Thomas, ex director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de Londres -hoy Instituto de las Américas- en su libro La historia económica de América Latina desde la independencia. Asimismo, uniéndose a los postulados de Williamson, afirma que América Latina quedó rezagada en los últimos decenios del siglo pasado y refuta, entre otras ideas, la teoría de la dependencia (es decir, la que sostiene que el fracaso de las economías latinoamericanas se debe fundamentalmente a la herencia colonial). Bulmer-Thomas afirma que si se compara el desarrollo económico latinoamericano desde la independencia con el club de los países ricos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se observa que la región mantuvo el ritmo de los países más avanzados desde 1860 hasta 1938 y, que en la segunda mitad del siglo XX, cambia esta tendencia hasta que el declive se acentúa entre 1980 y 2000.

Según Branko Milanovic, economista del Banco Mundial experto en desigualdad global, la mayoría de los países de América Latina alcanzaron su techo de riqueza entre finales de la II Guerra Mundial y 1960. A partir de entonces, hubo altos y bajos pero, básicamente, la creación de riqueza está estancada desde entonces (con excepción de Brasil, que desde hace unos años mantiene una línea ascendente).
De un modo u otro, y atendiendo a unas teorías u otras, lo cierto es que la situación de desigualdad en la región es evidente. Os dejo unos gráficos en los que, a través del coeficiente de Gini, se observan los niveles de desigualdad que afectan a la región y como América Latina es el enclave más desigual del mundo en estos momentos. Al margen de los datos que periódicamente brinda el Banco Mundial y la CEPAL, estos han sido extraídos del “Inequality in income expenditure / GINI Index, Human Development Report (2007-2008).

Un abrazo,

Oscar.

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