viernes, 22 de mayo de 2009

Tecnología para el desarrollo


La innovación tecnológica se ha convertido en una constante en las sociedades actuales; cada vez se producen más cambios y, en mayoría de casos, suponen un salto cualitativo de importancia en relación a sus predecesores. La mayoría de las veces la tecnología supone una mejora en la calidad de vida del individuo puesto que facilita procesos (ahorra tiempo, simplifica etapas, por ejemplo) o materializa la posibilidad de que estos se produzcan (en el caso de que dichos procesos antes no existieran). Sin embargo, se requiere de un relativo margen de tiempo para que las – que en su día lo fueran - innovaciones tecnológicas se estandaricen y alcancen al conjunto de la sociedad. Los elevados precios, en un momento inicial – así como otros factores como por ejemplo podrían ser el avance de las infraestructuras necesarias para su uso – impiden que la tecnología llegue a sectores más amplios. Tras una etapa de progresiva madurez y rebaja de precios, las respectivas innovaciones empiezan a extenderse al conjunto de capas y estratos sociales…realmente es así? Sí, dependiendo de dónde nos situemos…No, exactamente por el mismo motivo…

Disponer de acceso a la electricidad (por ejemplo para ver la televisión o conectar un ordenador) o a agua potable (para injerir, por ejemplo) o disponer de un teléfono móvil pueden, más que ser servicios y frutos del avance científico y tecnológico, rutinas que ya vienen otorgadas por defecto. Casi es cierto para ciertas partes de la población mundial…para otras, no sólo es un privilegio sino que puede ser algo completamente desconocido. Apunto un dato – que seguramente muchos ya conocerán – que me parece muy ilustrativo de la situación: el teléfono se inventó hace un siglo y varias décadas pero, como afirmaba la Organización de Naciones Unidas, el 50% de la población mundial nunca ha realizado una llamada telefónica. Otro más, igual de impactante: uno de cada tres habitantes del planeta carece de servicios básicos, como la luz o el agua potable.

Esto hace pensar que si cuando se habla de revolución y avance tecnológico no se está haciendo referencia, muchas veces, a ciertas mejoras destinadas para un pequeño núcleo de población mundial y que no afectan a sus necesidades vitales (precisamente porque ya las tienen cubiertas). Gran parte de la población mundial comprueba como el acceso a dichos avances, a pesar de que pudieran ser útiles a sus necesidades vitales, es realmente complejo por los motivos apuntados anteriormente. ¿Cuál sería la solución a estos problemas? Es difícil decirlo aunque podría apuntarse hacia creaciones de bajo presupuesto (y por ello supuestamente más accesibles) que, desprendidas de corazas y estáticas superfluas, abordaran directamente las necesidades de desarrollo a las que se hacía referencia. Algunos de los proyectos que han copado el protagonismo mediático durante los últimos años han sido aquellos centrados en desarrollar ordenadores o automóviles de bajo coste…cierto, los logros son deslumbrantes pero los precios, a pesar de la rebaja, siguen estando lejos del alcance de grandes masas y…aunque ahora no se trata de elegir entre una cosa y otra, entre un coche y un vaso de agua, no sé si cabría decir que sirve de poco conducir cuando uno se muere de sed…Sin abandonar la innovación que se aplica en ámbitos como los de la automoción o la informática (creo que no se trata de plantearlo como una especie de vasos comunicantes) no sería conveniente potenciar también los avances destinados a satisfacer las carencias más apremiantes?

El mercado es poderoso y sus incentivos muy atrayentes pero cada vez hay más entidades que están enfocando su trabajo en dar respuesta a la pregunta formulada en el parágrafo anterior. Algunas de reconocido prestigio como el Massachussets Institute of Technology (MIT) en el que se ubica el D-Lab, un centro de innovación para el desarrollo enfocado en satisfacer las carencias señaladas en la parte final del mencionado interrogante. Otras universidades de relevancia similar, como Berkeley o Stanford, han desarrollado centros parecidos; los resultados, tan ingeniosos como útiles: una “bicilavadora” para zonas en las que no hay electricidad ni agua corriente, lámparas de bajo consumo que se recargan con paneles solares, etc.

Apunto la página del D-Lab para los interesados:

http://web.mit.edu/d-lab/

También la de Maya Pedal, donde se expone el proyecto de “bicimáquinas” con diversas finalidades:

http://www.mayapedal.org/

Un abrazo,

Oscar.

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